Tesoro de libros: la biblioteca de Bioy Casares será pública
Los 17.000
ejemplares se suman al acervo de la Biblioteca Nacional
SÁBADO 18 DE
FEBRERO DE 2017
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AñaAdolfo Bioy Casares, en su casa, en 1999, el mismo año de su muerte. |
Adolfo Bioy
Casares señaló alguna vez que entre los mejores recuerdos de su vida estaban
aquellas noches en las que, junto a Borges, anotaron las obras de sir Thomas
Browne, admiraron la agudeza de Gracián o eligieron con Silvina Ocampo los
textos que integrarían la célebre Antología de la literatura fantástica.
Los libros
que contenían las huellas de esas intensas jornadas de trabajo intelectual
estuvieron más de 15 años en 330 cajas, que terminaron en el subsuelo de un
depósito de la calle Sarmiento, presas de una compleja trama sucesoria que ayer
empezó a resolverse.
La
Biblioteca Nacional, en la figura de su director, Alberto Manguel , y los
investigadores Laura Rosato y Germán Álvarez, consiguió convencer a un grupo de
particulares, empresas y fundaciones de que compraran, por 400.000 dólares, una
de las bibliotecas privadas más importantes del país. Ya firmada la carta de
intención y una vez concretada la operación, los 17.000 volúmenes del acervo
serán donados a la institución para que ese material, de valor incalculable, no
termine desperdigado por el mundo.
Una tasación
inicial de la biblioteca personal de Bioy Casares la había hecho el librero de
anticuario Alberto Casares antes de 2006. Pero nunca pudo terminar un
inventario minucioso. Por eso, Rosato y Alvarez contaron con la colaboración
del traductor y crítico Ernesto Montequin, albacea de los papeles de Silvina
Ocampo y una de las personas que más conoce esta biblioteca -fue su
administrador por decisión judicial durante una parte de la sucesión-.
Montequin los condujo por ese laberinto de 17.000 libros que tapizaban cada una
de las paredes del departamento de novecientos metros de la calle Posadas,
donde vivieron Bioy Casares y Silvina durante toda su vida.
"La
singularidad absoluta de esta biblioteca -explicó Montequin en la conferencia
donde se dio la gran noticia- es que se trata de la biblioteca de dos enormes
escritores argentinos pero también la de un tercero, que es Borges, ya que
guardaba muy pocos libros en su casa." Fue la biblioteca de tres personas
que tenían a la literatura como pasión dominante y que funciona, de algún modo,
como un laboratorio: es una biblioteca de trabajo. Ni de bibliófilos ni de
coleccionistas. Los ejemplares que la integran fueron leídos, usados, escritos,
comentados. A partir de ella se puede aprender no sólo "qué" leyeron
sino "cómo" leyeron estos autores. Allí radica el valor de estos
libros. "Es una biblioteca viva", dijeron ayer.
Todos los
implicados sabían que era fundamental que estos libros no se perdieran. La
biblioteca es un microcosmos, y una vez que empieza a dispersarse no se puede
reunir nunca más. En este caso, y para los investigadores en particular, el
todo vale más que la suma de las partes. Esto entendieron Rosato y Álvarez, lo
había entendido Horacio González, en la anterior gestión de la Biblioteca
Nacional, pero nunca pudo conseguir los fondos, y esa deuda pendiente se
propuso saldar Manguel: conseguir los 400 mil dólares que pretendían los
herederos de Bioy Casares.
La
complejidad de la trama en la herencia de Bioy, que incluye a Fabián Bioy
Demaría -un hijo que el escritor tuvo en una relación extramatrimonial,
reconocido tardíamente, pero que murió en 2006, antes de que finalizara el
juicio sucesorio, y cuya herencia vuelve a la madre de Fabián, Sara Josefina
Demaría, y a los tres nietos de Bioy que le dio su hija Marta- es el trasfondo
y la razón por la que esa biblioteca permaneció en un depósito durante más de quince
años.
En ella hay
desde libros de cuentos infantiles, marcados por el trazo de una niña Silvina
Ocampo, o la obra completa de sir Thomas Browne, no disponible para consulta
pública en la Argentina, hasta las pruebas de imprenta de "El jardín de
senderos que se bifurcan", con el prólogo agregado en correcciones
manuscritas de Borges. El autor de Ficciones tenía la costumbre de seguir
corrigiendo sus cuentos una vez publicados en revistas como Sur. Así sucede con
el cuento "El zahir", cuya corrección se encuentra en una de estas
cajas sobre el soporte de un ejemplar de Los Anales de Buenos Aires. "Eso
es de una riqueza crítico genética invaluable", comenta Alvarez. "Es
un Borges todavía reescribiéndose."
No es lo
único. Entre otras curiosidades, los investigadores podrán encontrarse, por
ejemplo, con una primera edición del Finnegans Wake, de James Joyce. En la hoja
de guarda, Borges y Bioy se dedican a inventar frases que empiecen con la
fórmula "en menos que", como un juego que solían hacer. En tanto,
Montequin recuerda toda una sección de libros de la colección del Séptimo
círculo, dedicada a novelas policiales. Tanto Borges como Bioy, obsesivos como
eran, hacían correcciones de estilo entre una edición y otra. El resultado es
una pequeña pero magistral lección de traducción.
Además, el
acervo permite reconstruir toda una red de escritores. A partir de las
dedicatorias de los libros se ilumina la relación que mantuvieron. Montequin
apunta que una de las más lindas de Borges se encuentra en un ejemplar de
Discusión, regalado a Silvina, donde escribió: "A Silvina, claridad,
dedico estas sombras".
Lo que viene
Las joyas
que puedan surgir de la conjunción entre estos enormes escritores aparecerán
después del trabajo de investigación que empezarán a desarrollar Rosato y
Alvarez una vez concretada la
compra-venta-donación
por parte de empresas como Banco Galicia o Fundación Bunge y Born, entre otros.
Será a fines de marzo.
Esta
donación es el primer paso que impulsa la gestión de Manguel en la Biblioteca Nacional
para rastrear, preservar y poner a disposición de investigadores y del público
en general (a través de exposiciones) los tesoros patrimoniales de la cultura
del país y evitar la fuga a universidades o institutos extranjeros.
Los testigos
que alguna vez transitaron el departamento de Posadas dicen que en una de las
pocas paredes del escritorio de Bioy Casares había una carta manuscrita de
Sarmiento enmarcada. En abril de 1989, en una de las entradas de su diario,
Bioy se entristecía por las goteras en aquel departamento. El metálico ruido
del agua en los cacharros lo angustiaba como cuando era chico. Cabe imaginar la
pena de Bioy si hubiera sabido que la mayoría de aquellos libros que
engalanaban su biblioteca estarían durante más de quince años en un depósito de
la calle Sarmiento. En esa coincidencia quizás se esconda una broma borgeana
que recién ahora empieza a dar gracia.
El concepto
y los números detrás de la adquisición
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Alberto Manguel, director de la BNMM |
"Es el primer paso para reunir este tipo de tesoros nacionales en la Nación. Una manera de detener la fuga y conservarlos para futuros lectores"
17.000 ejemplares Integran la biblioteca completa de
Bioy y Ocampo que se incorpora al acervo de la Biblioteca Nacional Mariano
Moreno
330 cajas
con libros
Agrupados en
10 lotes, de 33 cajas cada uno, llevan más de 15 años embalados.
400.000 dólares,
es el valor total de las operaciones de compraventa de estos libros realizadas
a los herederos por particulares, empresas y fundaciones, que los donarán a la
BNMM
Cinco joyas
de la donación
El jardín de
senderos que se bifurcan - Jorge Luis Borges, 1941: Pruebas de imprenta con el
prólogo agregado en correcciones manuscritas del propio Borges
Finnegans
Wake - 1939, James Joyce: Primera edición con anotaciones de Borges y Bioy
Casares en la hoja de guarda, con un juego de palabras que hacían
Fervor de Buenos
Aires - Jorge Luis Borges, 1923: Primera edición dedicada
Guías
Michelin: Las utilizó Bioy en sus viajes por Europa; ilumina una etapa poco
conocida en su biografía
Colección de
folletos surrealistas: Son manifiestos de la vanguardia que Silvina Ocampo
había traído directamente desde Europa.
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